¿Palabra de Dios?

Redacción | DIAaDIA

Hay un continente: Europa. Hay un país: Suiza. Hay una ciudad: Davos. Y desde allá, una imposición: Adiós a la solidaridad, bienvenido el libre comercio. ¡Loor al mercado! Parece mentira, pero hasta el más ferviente ateo tendría que admitir que las indicaciones esgrimidas en las conferencias anuales del Foro Económico Mundial, realizadas en dicha ciudad, tienen características del poder divino. ¡De obediencia obligatoria!

Y es que los gobiernos del planeta las admiten casi sin chistar. Como destino inevitable y definitivamente irrevocable. ¿Y eso hasta cuándo será? ¿Hasta que lluevan perros? Me parece que no tenemos tanto tiempo.

Nuestra civilización está fundamentada en el consumo del petróleo. No recuerdo actividad que no tenga relación directa o indirecta con la explotación del oro negro. Sólo pensemos en un mundo sin combustibles y sin plásticos. Pero las reservas de hidrocarburos no son eternas. Así que de nuevo la pregunta: ¿Podrá la globalización neoliberal seguir dictando las reglas más allá de la eclosión de los pozos petroleros? Y también la otra pregunta: ¿Aún hay tiempo para la solidaridad?

Temo que de mantenerse las actuales tendencias, la palabra solidaridad no tardará mucho en convertirse en vocablo arcaico y sin ejemplo cotidiano; habrá que recurrir a los libros de historia para ejemplificar o quizás aún queden algunos ancianos que prediquen: "Cuando yo era un niño...".

Puede que alguna alma desesperanzada aspire que llegue pronto el agotamiento de las reservas del petróleo, probablemente guarde en lo profundo de su corazón la esperanza de que ante semejante crisis, nosotros los humanos nos veamos obligados a recurrir a prácticas cooperativas de trabajo. Pero, ¿y si la solidaridad no tiene oportunidad de brillar en medio del aprieto?

¿Será que tendremos que ponernos en las pilas hoy? ¿Habrá algo que hacer? ¿Y qué se puede hacer? ¿Cambiar el rumbo? ¿Hacia dónde?

No quisiera vivir y llegar a ver el día en que el ejercicio de la solidaridad sea algo tan muerto como el idioma sánscrito o los dinosaurios.

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