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Una madre defiende la libertad

Redacción | DIAaDIA

(A propósito de los golpes que recibió su hijo, un joven fotógrafo de Epasa)

Mauricio tiene 19 años, es alegre, "vacilador", bromista, bilingüe, trabajador, un poco desordenado, como la mayoría de los chicos a esa edad, impulsivo, guitarrista, cantante, inteligente, despierto, culto, con millones de ideales e ilusiones...revolucionario, ¿cómo no serlo, si es tan joven?. Mauricio es fotógrafo de profesión, reportero gráfico, según su contrato de trabajo, y es un apasionado en ese arte. Mauricio es mi segundo hijo.

A Mauricio le gusta el arte, las fiestas, su carro, la nova trova, el rock, la música de Rubén Blades. Mauricio es un comelón de primera. Le tiene miedo a los insectos y a las lagartijas. A Mauricio le gustan las muchachas lindas; pero sobre todas las cosas a Mauricio le encanta TOMAR FOTOS.

Mauricio toma fotos SIEMPRE: por placer, porque le gusta, porque vive de ello, porque es un artista. Mauricio toma fotos a TODO lo que puede: a las cosas cotidianas, a las miss "algo", a Juan Carlos Navarro, a Irving Saladino, a Martinelli, a Balbina Herrera, a Juan Carlos Varela, a los Ministros, a la Procuradora Ana Matilde, al Procurador encargado Bonissi, a Sandra Sandoval, a Ulpiano, a Metallica, a Guns and Roses, a Juanes, a Juan Gabriel, y 10 millones de etcéteras.

Ha tomado fotos al Presidente de Colombia, a Presidentes Panameños. Ha trabajado para La Prensa, para Revista K, para Panama Post y ahora es reportero gráfico de Editora Panamá América. Las fotos de Mauricio son cotidianamente portada del medio escrito donde trabaja, igual que también fueron portada de dos libros patrocinados por la ONUD, un organismo de las Naciones Unidas que combate el delito. Toma fotos para bodas, quinceaños, fiestas y conciertos. Cubre manifestaciones, protestas, levantamientos de cadáveres. Mauricio NO ES UN IMPROVISADO FOTOGRAFO DE PACOTILLA, que pretendía meter a la fuerza a dos mujeres a un baile típico.

Este sábado 8 de mayo, Mauricio cubría una asignación de su periódico. Posiblemente tomó una foto que no le gustó a alguien, fue amenazado. A la salida del evento fue interceptado por miembros de la Policía Nacional. Fue humillado, privado de su libertad, sin motivo legal alguno; ultrajado física y emocionalmente por dos personas: un miembro de la Policía Nacional (mientras el otro observaba, divertidísimo, cómo mi hijo era apaleado como una piñata) y un individuo de la seguridad del evento (sea de la empresa organizadora o del Centro de Convenciones).

Desde ese día, la vida de Mauricio, y tal vez la del resto de sus familiares cambió.

Ya Mauricio, fue atendido en medicatura forense. Los golpes físicos están claramente visibles. Moretones en brazos, pechos y el oido izquierdo con una visible huella del "cariño tranquilizador" de sus agresores, el cual todavía sangra al mínimo descuido. Las secuelas psicológicas, recién empiezan. Mauricio no duerme bien desde ese día, tiene pesadillas constantes, dolores de cabeza y miedo, entre otras bellezas cariñosamente tranquilizadoras, según un alto personero de este gobierno de dementes, al decir de ellos mismos.

Los medios de comunicación nacionales e internacionales en general, amigos, conocidos y desconocidos han sido solidarios. Las acciones legales iniciales ya se interpusieron, sin embargo, como abogada de profesión y de corazón que soy, sé que el viacrucis recién empieza.

La finalidad principal de esta nota, aparte de desahogar un poquito la rabia e impotencia que me embarga como madre, como abogada y como persona enamorada hasta la médula de su ser de la libertad de expresión (que no del libertinaje), radica en hacer un llamado de atención a todos, sin distinción. Hoy es Mauricio, mi hijo, un humilde fotógrafo el agredido, el injuriado, el humillado; mañana puede ser cualquiera...pareciera que en Panamá, se viven momentos en que quienes manejan su cuota de poder, lo hacen erróneamente. Ojalá ellos recuerden que aunque la justicia divina es efectiva, ésta a veces tarda, PERO SIEMPRE LLEGA; sin embargo, señores, recuerden que quien suscribe y muchos como yo ESTAREMOS VIGILANTES para que la justicia terrenal TAMBIEN SE CUMPLA, no sólo para Mauricio Valenzuela Acevedo, mi hijo, sino para todos.





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