Un joven y exitoso ejecutivo paseaba su auto Jaguar S Type 2003, sin ningún tipo de precaución. De repente, sintió un golpe, pues había recibido un ladrillazo que afectó la pintura, carrocería y vidrio del lujoso auto.
Allí sorprendió a un chiquillo y lo empujó hasta el lujoso carro y le gritó:
-"¿Qué rayos fue eso? Eso que hiciste te va a salir muy caro".
-"¡Por favor, señor, lo siento mucho! Le lancé el ladrillo porque nadie se detenía..." Llorando señaló a su hermano tirado en el piso, pues se había caído y no lo podía levantar.
-"¿Puede usted, por favor, ayudarme a sentarlo en su silla? Soy muy pequeño".
Muy impactado, el ejecutivo tragó grueso. Y asistió al joven discapacitado y limpió sus heridas y las partes que se había ensuciado. Luego de verificar que se encontraba bien, miró al chiquillo, y le dio las gracias con una sonrisa indescriptible.
"Dios lo bendiga, señor... y muchas gracias", le dijo. El hombre vio cómo se alejaba el chiquillo empujando con dificultad la pesada silla de ruedas de su hermano, hasta llegar a su humilde casita.
El ejecutivo nunca reparó la puerta del auto para recordar el ladrillazo y así tener presente no andar distraído y tan de prisa que alguien tenga que lanzarle un ladrillo para que preste atención.
Tú escoges: Escuchar el susurro o el ladrillazo... Ahora tíraselo a un amigo.