Yo creía que las personas hechas a nuestra imagen y semejanza, serían como ángeles que sabrían amarse y crecer juntos, para hacer del mundo otro cielo. Yo creía que harían del amor una moneda única de gran valor en el mundo y que todos ganarían lo suficiente como para dejar de ser egoístas y ahorrarían sonrisas y caricias para invertirlas en el bien de su alma.

Yo creía que las personas harían del mundo un monumento, como una obra compartida, en donde no existiría la pobreza ni la marginación ni la violencia ni la corrupción ni la injusticia ni la guerra y la muerte provocada por el odio.