El sol apenas comenzaba a brillar en la ciudad capital, cuando ya los pequeños guerreros se preparaban para saltar al agua.
En un instante, los corazones comenzaron a palpitar como locos. La adrenalina se disparó por las nubes, mientras que un aire caliente se mezclaba con el nerviosismo.
Pero, de repente, parte de ese nerviosismo que se respiraba desapareció, cuando las brazadas comenzaron a acariciar el agua.
Fue así como se inició el Segundo Triatlón Intercolegial RBK, que se realizó ayer en la Ciudad Deportiva Kiwanis, en Clayton.
ESCENAS DE AMOR
Nutridos por constantes aplausos y gritos de los padres de familia, los pequeños guerreros de 8 y 9 años de edad lo entregaban todo en la piscina, con la confianza desbordada para deleitar la retina de sus progenitores.
Por su parte, a los padres no les cabía el corazón en el pecho, por el orgullo que sentían al ver a sus hijos transformados en unos verdaderos guerreros.
"¡Vamos, hijo! ¡Dale con todo", gritaba desde el público una señora de aproximadamente 33 años de edad, mientras veía que el fruto de su vientre salía del agua para hacer un recorrido de 5 kilómetros en bicicleta.
Era evidente el cansancio de los atletas, luego de los 100 metros de natación.
Sin embargo, a simple vista se podía percibir que era más fuerte el deseo de cumplir con la competencia.
De repente, en un abrir y cerrar de ojos, llegaba al punto de transición la primera triatleta, decidida a cumplir con la última prueba de la competencia: la carrera pedestre.
Aquella niña tenía nombre y apellido: Ersilie Chen.
Luego de correr un kilómetro, Chen llegó a la meta con los brazos en alto. Los abrazos de sus seres queridos le dieron la bienvenida, ante los aplausos que no dejaban de llover sobre esta escena de amor.
Y así, llegaron uno a uno los atletas. Cada uno presentaba una felicidad dibujada en el rostro, que al final se transformaban en gritos y hasta lágrimas, que salían de lo más profundo del corazón.
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