El pasado domingo el párroco de la iglesia San Isidro Labrador de Capira, compartió una enseñanza muy interesante durante la homilía.
Aquel sacerdote preguntó: "¿Sabe usted dónde está la vela de su bautizo, con la que un día sus padres tomaron la luz del Cirio Pascual?
Y fue como alborotar un panal. Todos empezaron a comentar y a reírse de lo curioso de esta interrogante.
Y supuso que el papá en la fiesta del bautizo guardó la vela en uno de los bolsillos de su pantalón. Al día siguiente, la vela amaneció destruida de la pachanga que hubo por ese acontecimiento. El padre de la criatura no estuvo por eso.
Ahora, ese papá no querrá ni acordarse del ridículo que hizo al pasarse de tragos y menos que su hijo cuando grande recuerde ese desagradable momento. Aquella alegría se opacó.
Más adelante el cura agregó: "Sabe usted que sería un buen regalo que las madres le obsequiaran a sus hijas en una cajita el día de su matrimonio la vela del bautizo y le dijera: "Hija, hasta aquí ha crecido tu fe. Un día me comprometí a responder por tu fe, de aquí en adelante esa es tu responsabilidad".
Si lo analizamos, vemos que sería un hermoso detalle, pero lo vemos como un imposible. Para no cargar con sentimientos de culpa, entonces, no opaquemos con nuestros actos aquellos acontecimientos que fortalecen a la familia. [email protected]