Sus viviendas son las únicas que están aisladas del pueblo. (Foto: HERMES GONZÁLEZ /EPASA)
Odalis Orozco
| DIAaDIA
En Marragantí, Comarca Emberá Wounán, se habla mucho de los Serranos, pero de manera despectiva.
Al escucharlos, cualquiera pensaría que hablan de alguna familia del lugar que lleva este apellido, y que han cometido algún crimen. Pero no es así, su único delito es no tener patria. En esta comunidad, así se les llama a los apátridas, y los mantienen apartados. Ellos han tenido que construir sus viviendas en la parte de atrás de la comunidad. Es decir, que están alejados de sus vecinos los emberá con nacionalidad panameña.
DIAaDIA, durante la visita a este poblado, percibió que los otros miembros de la comunidad los tienen como una clase social inferior.
Jesús Casamá, quien es un apátrida, manifestó que esto sucede porque a ellos, que son más de 46 en la comunidad, no reciben beneficios del Gobierno panameño, porque simplemente no existen. Los servicios de salud, el Programa 100 a los 70, las Becas Universales, la Red de Oportunidades son algunas ayudas sociales que a estas personas simplemente les queda velar. Prueba de ellos es que para las inundaciones en diciembre de 2010, a ellos no les tocó parte de la ayuda otorgada.
Se conoció que los más adultos tienen hasta más de 50 años de vivir en territorio panameño, otros más jóvenes llegaron con sus padres cuando apenas eran bebés.
De esta realidad es testigo Lucila Casamá, quien llegó con pocos días de nacida a Marragantí. Hoy, con 25 años de edad, ella no cuenta con ningún documento que certifique su nacionalidad panameña o colombiana. Simplemente no existe para las autoridades ni en el planeta tierra.
Esta indígena tiene tres niños nacidos en la comunidad de Marragantí, pero no han sido reconocidos, asisten a la escuela, pero no pueden disfrutar del beneficio de las becas universales, porque no pueden cambiar los cheques que otorga el Gobierno.
Los padres de Lucila también son personas que llegaron hace más de 40 años a Marragantí y su situación de pobreza, analfabetismo y lejanía de las instituciones como Migración y Tribunal Electoral los aleja del derecho a una nacionalidad, a una patria.
"Para los indígenas emberá no hay fronteras en el territorio panameño y colombiano, estas son nuestras tierras y podemos ir y venir, sustentó Marco Bailarín, un dirigente de la comunidad.
Otra historia de esta cruda vivencia es la de Elena Bailarín, de 13 años, quien es apátrida, además es una estudiante sobresaliente con promedio de 4.9 en sexto grado, pero como no cuenta con documentos no puede aspirar a una beca. Su hermana mayor dice que será un problema cuando entre a la escuela secundaria.
PROBLEMAS DE LIBRE TRANSITO
Uno de los problemas que tienen los adultos cuando tienen que trasladarse a la ciudad es que no portan documento como la cédula de identidad personal, y muchas veces son detenidos. Esto les ocurre con frecuencia a los del sexo masculino que son los que constantemente pasan por este amargo proceso.
Elena Bailarín también aportó que a las mujeres tampoco las dejan pasar, y la excusa es que muchos indígenas emberá viven en barrios peligrosos como el distrito de San Miguelito y barrio de Curundú.