Una historia de muchos años. Con la esperanza de vivir mejor y dejar a un lado los trabajos momentáneos que no resolvían las grandes necesidades de su vida, un buen día mientras realizaba algunos papeleos para conseguir un nuevo trabajo y por no tener una pequeña copia, Cresencio Ostía perdió todo el esfuerzo hecho.
Sentado, con un gran decepción, le vino a la cabeza la idea de poner un negocio que les sirviera a todas las personas sin importar de qué clase social viniera. Con los pocos ahorros que le quedaban creó su propio negocio de copias y plastificados ambulantes.
PARA TODOS
Al principio, los trabajos se vieron truncados por la falta de clientes y la cantidad de permisos exigidos para poder brindar el servicio en las calles, pero con una sola máquina fotocopiadora salió adelante y logró, junto con su familia, colocar su pequeño puesto debajo de un árbol, bajo el sol y una tolda, que lo cubrió durante la época lluviosa.
Con el tiempo, las cosas cambiaron y su puesto prosperó tanto que pudo buscar algunos socios, parte de su familia, y hacer crecer el lugar con más máquinas, y todo tipo de útiles de oficina. Gracias a esto su vida cambió, sus hijos se educaron y quieren llegar a la universidad, además, su casa fue levantada y todas sus necesidades diarias subsanadas.
Pero su lucha diaria va más allá, pues son miles las personas que llegan donde él y le explican qué trámite van a hacer y que si él observa que les hace falta algo para concretar y así no regresar de nuevo, por lo tanto se vuelve más que un consejero de las personas que allí van.
Él desea que todas las personas sepan que la única forma de triunfar en la vida es el trabajo honrado y sacrificado.
LO MEJOR
Nada es más bonito que la familia te ayude en el trabajo, afirmó Cresencio Ostía.