¡Qué estilo! El Decameron se le queda chiquito a las comodidades de las que goza un grupo de ancianos en el Hogar Los Años Dorados de Pacora.
Al llegar a este lugar, encontramos a Ninfa, una de las residentes del hogar, quien no dejaba de insistir en que quería algo; hasta que le puse atención y me dijo que anhelaba un radio más grande que el que tenía para escuchar la Palabra de Dios.
Increíble, pero cierto, Dios la escuchó enseguida, pues mi compañero le dijo al representante de Pacora, Hugo Henríquez, que él podía solucionar ese deseo.
Créanlo, el radio llegó y Ninfa no pudo evitar que las lágrimas salieran, no podía creer que su deseo se cumpliera tan rápido, y como ella lo quería. Ninfa miró al cielo y dio las gracias a Dios, al mismo tiempo que nos bendecía, pues dijo: "es lo único que les puedo dar".
Al igual que Ninfa, Santos Corro llegó a este albergue hace cinco años, porque su familia no desea tenerlo en casa; pero, para él, su estadía allí es temporal, porque pronto se irá a su casa en Chitré.
En su expresión, se le notaba el deseo de ser escuchado, pues nos seguía con la mirada y no paraba de hablar. Aunque dice sentirse muy bien, parecía ansioso, su soledad era evidente. Pero Santos no se deja, al despedirnos me dijo: "Nos vemos en la fiesta de Santa Librada".
El residencial Roberto Heurtemate, "Los Años Dorados", es un albergue administrado por la Alcaldía capitalina, dedicado al cuidado de ancianos. Este sitio cuenta con profesionales idóneos, como médicos, sicólogos, entre otros, que atienden a una población de 80 ancianos, donde el 70 por ciento son recogidos de la calle porque han sido abandonados o no tienen familiares.
BENEFICIOS
Cuando llegan a este albergue, los ancianos son sometidos a una serie de exámenes para descartar que tengan alguna enfermedad infecciosa.
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