Hace poco me encontré a una colega que tenía meses de no ver y nos sentamos a conversar. Mientras me actualizaba de su vida, inconscientemente hice caso a los mensajes que me sonaban en mi teléfono, lo que provocó incomodidad en esa persona, quien me dijo: "Otra adicta más". En ese mismo lugar, donde se desarrollaba una conferencia, me detuve a mirar a todo el que estaba pendiente al celular y desde el que dictaba la charla hasta los asistentes miraban el teléfono como quien ve la hora del reloj. Pareciera que lo que decían en la charla estaba escrito en el Blackberry.
Mi colega llegó a la conclusión de que esta tecnología une personas que están lejos, pero separa a las que están cerca. Y es verdad, he estado en fiestas y discotecas en donde la gente baila con el "BB" (como le dicen) en la mano, incluso yo.
A un colega le tocó ir a una fiesta en donde en la entrada, el dueño de la casa recogió todos los celulares, porque sino "nadie conversaba", ya que las fiestas anteriores terminaban en salas de conferencias por celular.
He llegado a la conclusión de que más que una moda y de poder aprovechar los beneficios de esta tecnología, debemos ser cuidadosos en el lugar y momento en el que usamos este teléfono para no caer de "rompe grupos" e incluso sufrir un accidente.