Identificamos el afecto con la emoción, pero, en realidad son fenómenos distintos. Mientras que la emoción es una respuesta individual interna que informa de las probabilidades de supervivencia que ofrece cada situación, el afecto es un proceso de interacción social entre dos o más organismos.
Del uso que hacemos de la palabra afecto en la vida cotidiana, se puede inferir que el afecto es algo que puede darse a otro. Decimos que "damos afecto" o que "recibimos afecto". Así, parece que el afecto debe ser algo que se puede proporcionar y recibir. Por el contrario, las emociones ni se dan ni se quitan, solo se experimentan.
Las emociones describen y valoran el estado de bienestar en el que nos encontramos.
La emoción es algo que se produce dentro del organismo, mientras que el afecto es algo que fluye y se traslada de una persona a otra.
Por otra parte, nuestra experiencia nos enseña que dar afecto es algo que requiere esfuerzo. Cuidar, ayudar, comprender, etc., a otra persona no puede realizarse sin esfuerzo. A veces, no nos damos cuenta de este esfuerzo.
Todos estamos de acuerdo en que el afecto es algo esencial en los humanos. Puedo concluir afirmando que la especie humana necesita una gran cantidad de afecto, contrariamente a otras especies, como los perros o las aves. Esta necesidad se acentúa al máximo en ciertas circunstancias, como en la infancia y en la enfermedad.