No hay duda: Más allá del problema del transporte, debido al aumento de la gasolina, se vislumbra un panorama aún más desolador: El déficit del Programa de Invalidez, Vejez y Muerte se ha triplicado. Eso es tan peligroso, que puede poner a temblar, no sólo a los asegurados, sino a todo aquel que invierta en el país. Basta imaginar que los jubilados no puedan cancelar sus deudas a los bancos, que quienes están por jubilarse dentro de unos años, no puedan cobrar. Eso sólo para poner el asunto en la balanza. Imagínense lo que se nos viene encima. ¡O se hace algo ya, o despidámonos de la Caja de Seguro Social!
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