La señora Evidelia estaba sentaba afuera de su casa como esperando a que sus hijos regresaran. (Foto: José Sáenz / EPASA)
Milagros Murillo F.
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"Díganle a mi mamá y a mis hermanos que los queremos", fueron las últimas palabras de los hermanos Rigoberto y Dagoberto Pérez antes de morir. Los ojos de Manuel Ábrego y Dani Arroliga se llenan de lágrimas sólo de recordar los terribles momentos que pasaron en altamar cuando regresaban de pescar la noche del martes, también junto a otro de sus primos, Domingo Ábrego.
Y es que, luego de ser atacados a tiros por unidades de la Policía, cuando supuestamente los confundieron con narcotraficantes, Rigoberto y Dagoberto fallecieron. Domingo está hospitalizado por un balazo en la pierna y ayer, Manuel y Dani fueron dejados en libertad, a pesar de que, supuestamente, dentro de la embarcación en que viajaban se encontró un arma de fuego y había rastros de droga.
Esto es precisamente lo que no concuerda, pues, al realizarse la primera inspección ocular, estas evidencias no habían sido halladas, por lo que, el fiscal auxiliar del Ministerio Público, Luis Martínez, fue enfático en decir que el caso será investigado a profundidad, porque es evidente que el arma fue puesta posterior a la primera inspección.
"Chuzo capitán, éstos no son y se rascaban la cabeza", aducen los jóvenes que dijeron los policías que, a pesar de todo, no le brindaron los primeros auxilios a los hermanos Pérez.
Los jóvenes negaron que estuvieran armados y cargaban droga. "Pedíamos que por favor no nos dispararan, pero seguían", contó Dani.
En tanto, Rosa Carrasco, abogada de las familias, afirmó que no la dejaron hablar con los jóvenes y que aún no ha tenido acceso al expediente ni a las evidencias que los inculpan.
VIVIAN PARA SU FAMILIA
Los hermanos Pérez aprendieron el arte de la pesca gracias a su padre. Ellos vivían en una humilde casa construida con hojas de zinc y piso de tierra. Hace ocho meses, su madre Evidelia Rivera adquirió un préstamo para comprar la panga que utilizaban para pescar y así poder subsistir. Ahora, ella sólo queda con el amargo recuerdo de perder a sus dos hijos, que aún no ha podido ver y con la esperanza de que los seis policías que están bajo investigación digan qué fue lo que en realidad sucedió.
Ahora, los residentes de Playa Leona en La Chorrera viven con el temor de salir a buscar el sustento diario, pues aseguran que no sólo se deben cuidar de "los piratas", sino también de los policías.
JUSTICIA
Los familiares de las víctimas dicen que lucharán hasta lo último, y no descartan los cierres de calle.