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Temor e impotencia
En el rostro de estas mujeres se aprecia el terror que viven.

Leonardo Machuca | Bocas del Toro, DIAaDIA

Un verdadero calvario es lo que vive Dimas José García de 54 años. Él pertenece a la etnia Naso Teribe y hace 15 días su propia familia se encargó de quemarle tres casas ubicadas en San San, comunidad del corregimiento Teribe. Además lo tienen amenazado de muerte, junto a su esposa, dos hijas y dos nietas.

Desde hace 37 años labora para la empresa Ganadera Bocas como capataz de vaqueros.

PROBLEMA

Consultado sobre lo que provocó esta situación, dijo que su pecado ha sido trabajar con esa compañía que desde hace un año lleva una disputa por un globo de terreno que parte de su etnia invadió y que cuando se hizo el recorrido con las autoridades, a él le correspondió señalar las delimitaciones. Desde ese momento lo declararon enemigo de los invasores.

García culpó a su hermana María García, a sus sobrinos Ernestina Vargas y Antonio Medina. A él lo identifica como la persona que cada vez que pasa por la finca arremete verbalmente contra todos los que allí están.

Afirmó que su pesadilla empeoró el 25 de abril cuando un grupo de personas de su etnia y familiares suyos llegaron a su casa con la intención de quemarla. Afortunadamente el perímetro estaba cercado con alambre conectado a la electricidad, lo que detuvo a los agresores, dándole tiempo para pedir ayuda a través del celular. Su jefe y otros trabajadores lograron sacarlos por una montaña.

Agregó que el 5 cinco de mayo los facinerosos le prendieron fuego a la residencia y perdieron todas sus pertenencias, ya que el día de la huida sólo iban con la ropa que tenían puesta.

Desde esa fecha viven en una oficina de la empresa que han acondicionado para tal fin, asegura.

ENCRUCIJADA

Comenta que ya no sabe qué hacer, pues fue a la corregiduría, a la Defensoría del Pueblo y de allí lo enviaron al Ministerio Público, donde le dijeron que pasara al DIIP, cuyos funcionarios le tomaron los datos personales y le entregaron una forma para el Tribunal Electoral.

Todo esto ha hecho que García se sienta acongojado, desamparado e impotente, porque está seguro que al menor descuido sus agresores van a cumplir sus amenazas de muerte.

La finca de la familia permanece abandonada, sólo se observan restos de madera y zinc quemado, así como la máquina de coser y otros enseres.





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