Vive soñando...
Los adultos, en ocasiones, se sorprenden con la mente fantástica de los niños.

Shanyda Peñalba | DIAaDIA

Hacia la edad de cuatro años surge un periodo donde el niño tiene una imaginación absorbente, fluyen en él abundantes imágenes que no asocia a la realidad. El niño acepta como reales sus imágenes, tanto positivas como negativas.

Es el momento en el que se siente protagonista y encarna las leyendas, no distingue del todo entre lo que imagina, entre lo que sueña y entre lo que capta por los sentidos, da vida a lo inanimado: juguetes, objetos, animales..., se siente dominado por mitos y por figuras, recogidas del exterior o procedentes de su elaboración personal.

Los adultos, en ocasiones, se sorprenden con la mente fantástica de los niños, intentan corregir y hasta reprimir sus manifestaciones; sin embargo, hay que dejar que la imaginación se desarrolle en la mente de los niños.

TENGA EN CUENTA

  • Hay que cultivar las ilusiones de los niños, pero sin estimular conductas caprichosas; hay que enseñarles desde el principio que no todas las cosas salen como uno quiere. /li>

  • La ingenuidad infantil convierte en peligro muchos hechos o situaciones. Hay que dejar que el niño sienta miedo, cuando éste es natural y espontáneo, así será capaz de comprender situaciones de peligro. Lo que no es correcto es estimular con sustos, amenazas, alarmas... sus temores naturales. Es conveniente proteger al niño de reportajes macabros e imágenes agobiantes. /li>

  • No hay que fomentar la fabulación de forma desmesurada; pero tampoco hay que destruir sus ilusiones infantiles. Los niños deben crecer entre cuentos, fábulas y leyendas.

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