"El milagro no es que hagamos este trabajo, sino que nos sintamos felices de hacerlo...". Teresa de Calcuta

En el apostolado que es tratar de mostrar otros mundos posibles a la gente, lo más normal es encontrar que el oyente se sorprenda de la simpleza de estas ideas, no nos sorprende esa sorpresa. Es de esperar que cuando alguien te dice que el piso no es necesario seas reacio a aceptarlo. Lo que digo es que el techo es el piso... y que el techo eres tú mismo.

"Ten fe en las pequeñas cosas, porque es en ellas que reside tu fuerza...". Ya sé que estoy hablando en antártico. Voy a tratar de explicarme. Lo más probable, es que si nos topáramos con una gran verdad no la aceptaríamos como tal, pues estamos programados para esperar que una gran verdad sea algo tan complicado que necesitamos un doctorado para entenderla.

"En esta vida no podemos hacer grandes cosas. Sólo podemos hacer pequeñas cosas con un gran cariño...". Pienso que asumimos esa actitud, porque por un lado nos despreciamos y por otro, admiramos todo aquello que difiere de nosotros y que por lo tanto, consideramos superior a nosotros. Tan simple que es el asunto: hacer el mejor de los intentos.

"Nosotros sentimos que lo que estamos haciendo es sólo una gota en el océano, pero el océano no estaría tan lleno si no existiera esa gota...". Pero claro, sin las grandes complicaciones, ¿cómo justificar nuestro avance en la escala del poder?, ¿cómo hacernos sentir entre los otros?, ¿cómo confiar en la bondad de los otros, si no me presento poderoso ante ellos?

"Si tú juzgas a la gente, no tienes tiempo para amarla...". Y la cosa es tan simple. No hay bombos y platillos. Ni fuegos artificiales. Solamente se trata de tener ganas de vivir y de amar.