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LOS MENSAJES DE NAYELI
Trágame, tierra

Nayeli | DIAaDIA

Me sentía la mujer más bella del mundo. Al fin estrenaba esos zapatos tan hermosos que había anhelado. Todo parecía estar a mi favor: peinado perfecto, ropa elegante, accesorios acertados, uñas impecables, maquillaje espectacular. ¡Uff!, el cielo era el límite, cada paso que daba marcaba un nuevo rumbo en mi vida, estaba feliz, ¿qué podía salir mal?

Bajaba las escaleras, mi falda se movía al ras del viento. De repente, en cuestión de segundos, una cáscara amarilla cambió mi sonrisa en careta. La pisé, sí, la pisé; mientras mi pierna derecha se deslizaba hacia delante, la izquierda quería alcanzarla pero fue inútil. Estaba cayendo lentamente, nunca en mi vida pensé hacer un "split", le gané a las mejores gimnastas del mundo. Mi ropa interior quedó al descubierto y como adorno tenía tierra y residuos de guineo.

Me quedé ahí, pegada como un chicle al piso; el ardor que tenía en mis muslos era horrible; hice un aterrizaje a ras del suelo, superior a Michael Schumacher, solo que esta vez el carro era yo y la pista de carreras era el concreto del piso.

Fue uno de los momentos más extraños de mi vida, la calle estaba tan llena de gente y las miradas estaban puestas sobre mí. A medida que me levantaba, me dispuse a quejarme del dolor y limpiar mi atuendo, no quitaba la mirada de la falda, no quería mirar a nadie más, pero tenía que seguir adelante. Un buen hombre me ayudó a recoger mis cosas, pero sus labios temblaban, pues estaba aguantando carcajadas para no reírse en mi cara.

Tomé mis cosas y me decidí a mirar. Hubo quienes me quitaron la cara, había otros con las lágrimas afuera, hombres gritando improperios y ciertos poco importa. Sólo me quedó reírme de mí misma. Aún erguida y con mi cara en alto, agarré un taxi que no tenía plata para pagar y dentro de él empecé a llorar. Cancelé el compromiso que tenía y me fui a la casa en donde le pagué al taxista.

Al igual que yo, sé que hay muchas personas que han pasado por eso; lo importante es saber cómo manejar la situación. Al final son experiencias que en vez de agobiar lo que hacen es alegrar. Espero que compartan conmigo sus historias de sus "trágame, tierra" más recordados.

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