Una niñita se encontraba al costado de una multitud, mientras su papá testificaba acerca de cómo Jesucristo había influido en él. Explicaba cómo el Señor lo había salvado y rescatado de su anterior estilo de vida como alcohólico.
Entre los presentes había un desvergonzado que no podía soportar más oír esas tonterías religiosas. Entonces comenzó a gritar: ¿Por qué no se calla y se sienta anciano? Usted está soñando.
Pronto este escéptico sintió un tirón en la manga de su saco. Miró hacia abajo y vio una pequeña niña.
Ella lo miró directo a los ojos y le dijo: Señor, ese es mi papá. ¿Usted dice que mi papá es un soñador?
Déjeme contarle acerca de él. Mi papá era un borracho y cuando regresaba a casa de noche le pegaba a mi madre.
"Ella lloraba durante toda la noche... y señor, no teníamos buena ropa porque mi papá gastaba todo el dinero en bebida".
Yo ni siquiera tenía zapatos para ir al colegio. Pero mire estos zapatos y mire este vestido. Ahora mi papá tiene buen trabajo. Luego, señalando al otro lado del camino, dijo: -Ve usted a esa señora sonriendo?
Esa es mi mamá. Ella no llora más por las noches. Ahora canta.
Luego vino el golpe de gracia. La niña dijo: - Jesús ha cambiado a mi papá. Jesús ha cambiado nuestro hogar.
Mire, señor, si mi papá está soñando, por favor ¡no lo despierte!
El mismo Cristo nos dice en su Palabra que a veces no lo reconocemos en el hermano. ¡Ojo! No dejes pasar esa oportunidad.