Vale la pena esforzarse. La familia Zarco es testigo de que la unión hace la fuerza, todo con tal de sobrevivir ante un pueblo que clama por más plazas de empleo y mejores días.
Hace veinte años, Secundino Sánchez, oriundo de la provincia de Darién, montó un puesto de rebanadas de frutas frente al Complejo Hospitalario Dr. Arnulfo Arias Madrid de la Caja de Seguro Social. Con este negocio, logró terminar de criar a sus 12 hijos.
Por diversas razones, algunos de sus hijos heredaron parte de esta actividad de la economía informal.
Una de ellas es Oneida Zarco, quien tiene una vasta experiencia como operaria de máquina industrial, pero le dijo adiós desde hace seis meses, puesto que su papá le ofreció un mejor salario.
Aunque se reservó el total de sus ganancias económicas, considera que este negocio le da más tiempo para atender a sus seis hijos, con quienes comparte un humilde hogar en Don Bosco, San Miguelito. No obstante, reconoció que en esta vida todo merece un esfuerzo.
Oneida dijo que el respaldo de sus clientes es un elemento clave para seguir laborando. Reveló que ésta es una actividad heredada, ya que su padre es el propietario del puesto que ella atiende con otra de sus hermanas, mientras él sale vendiendo en una carretilla por las calles de la ciudad. También alegó que su mamá atiende otro negocio similar en el área bancaria y otro de sus hermanos vende en Plaza Edison.
Tanto los taxistas, universitarios, enfermeras, como transeúntes en general, caen en este puesto como abejas al panal en busca de "la borrachita"; es decir, una rebanada de piña que está bien madura y que no corta la lengua.
|