No eran nuevas, pero algo es algo. Este cuento parece sacado del famoso programa "Ripleys" (Aunque usted no lo crea), pues hasta ayer los niños de la Escuela Altos de Calabacito de Besikó, ubicada en la comarca Ngöbe Buglé, provincia de Chiriquí, recibían sus clases a piso pela'o.
Después de tanta insistencia de la directora del plantel, Rosa de Villarreal de Quintero, se logró que la Dirección Regional de Educación en Chiriquí les donará 70 sillas, pero no alcanzaron para los 95 estudiantes que hay en el centro educativo.
Lo peor es que las bancas eran viejas, pues habían sido desechadas de otro colegio.
A pesar de todo, los padres y niños de Calabacito se sentían contentos, pues ya no tendrían que aplanar más suelo a la hora de recibir sus enseñanzas. Lamentablemente, a los que no les toque sillas tendrán que mirar a sus compañeros o turnarse.
Para colmo de males, la Regional de Educación no contaba con un camión que transportara las sillas a la lejana comunidad, por lo que los B/100.00. del acarreo tuvieron que ser costeados por el esposo de la Directora, todo con el fin de que los niños no tuvieran que estar tirados en el piso.
Después de más de una hora de camino subiendo y bajando cerros, el camión llegó a la comunidad de Soloy, pues allí se terminaba la carretera. Posteriormente, las sillas tuvieron que ser cargadas hasta Altos de Calabacito; es decir, que los padres y estudiantes debieron cargar con las bancas unas tres horas por malos caminos. Algunos con el apoyo de caballos. El resto del equipo que no pudo ser transportado hubo que dejarlo en una casa en Soloy, por lo que hubo que hacer una colecta para pagarle B/2.20 a la persona que lo custodiaría.
Fue curioso observar que los niños no daban crédito a lo que sus ojos veían. Aunque viejas, esas serían las bancas que tendrían en los próximos años.
Herminio Delgado, de 11 años, es uno de esos pequeños, que tomó una silla como queriendo decir: "Esta es la mía". No obstante, para sentarse en ella debía hacer como una hormiguita, ya que en su marcha tenía que atravesar el puente colgante sobre el río Fonseca. Se desconoce cuántas veces aquel niño descansó cargando su preciada silla, pero seguramente Herminio hoy está feliz sentado cómodamente en su lejana escuela.
PARA PENSAR
Tal vez muchos padres se preocupan por darle a sus hijos los mejores útiles o el último videojuego, cosas que los niños de Calabacito desconocen.