Casi no descansa. Isabel Palacios, de 31 años, es una de las tantas mujeres luchadoras que salen a la calle a buscar el sustento diario.
Su jornada laboral es particular, no la hace cualquiera. Desde las 5 de la madrugada hasta las 5 de la tarde trabaja en un kiosco en la Transístmica. Luego, de 6 de la tarde a 6 de la mañana, atiende su puesto de venta de pastillas y chicles, en la salida de calle 16 Monte Oscuro, con San Miguelito, donde alterna con otro compañero para descansar unas horas.
Por esa razón ella acude constantemente al médico, debido a que sufre de estrés, además de que no duerme bien y come a deshoras.
A pesar de eso, es consciente de que debe trabajar duro, pues es lo único que le queda al pobre, ya que busca empleo y no encuentra.
Empezó lavando autos en Santa Ana, a partir de allí ha trabajado en varios lugares en diversas actividades. Ha tenido muchos obstáculos, pues ha encontrado personas egoístas que tienen mala voluntad. No obstante, es optimista y ve esos inconvenientes como un reto en su vida.
En su puesto de buhonera aguanta sol y lluvia, hasta los insultos de los borrachos que caminan en horas de la noche por el sector. En días pasados estuvo en el Juzgado Nocturno, debido a que un tipo le pegó.
Sin embargo, ella es humilde y no pierde la fe, sigue adelante y deja todo eso atrás.
Extraña mucho a sus familiares, sus dos hijas y su madre están en Nicaragua.
Con lo que ha obtenido, ha mejorado su casa y ha logrado sobrevivir. Su mayor aspiración es comprar un taxi y para lograr esta meta ya está ahorrando desde hace unos 5 años.
OTRA FACETA
Los domingos, Isabel es canillita, vende periódicos en La Gran Estación de San Miguelito.
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