Hace pocas semanas escribí estrictamente para los niños y adolescentes. Hoy vuelvo a hacerlo.
Perdonen si parezco una gallina cacareando. Sé que tienen razón en pensar que lo soy, pero así como yo tuve quien me cacareara cada día, así quisiera yo cacarear para que algún pollito, gallinita o gallito también me escuche por allí.
Niños, niñas, jovencitos y jovencitas, en estos momentos a ustedes les parece que sus padres, maestros, o esas "odiosas" tías regañonas son una calamidad en sus vidas. Regaña, que regaña; sermonea, que sermonea. ¡Joo, no se cansan!
Siento mucho decirles esto, pero ellos tienen razón.
Cuando un amigo, o una amiga, los invita a ir a su casa para ver una película, eso resulta tentador. ¡Qué rico es pasar la tarde sin que nadie cacaree!
Pero, resulta que les voy a contar una pequeñísima historia, para que se den cuenta del porqué no deben caer en esa tentación.
En los últimos meses, una banda de hombres y mujeres malos, han contratado los servicios de unas jovencitas, que se visten como alumnas de colegios privados, e invitan a estudiantes a sus casas. Cuando llegan allí, esas estudiantes inocentes son presentadas a hombres que, supuestamente, son familiares de esas jovencitas.
La verdad es que no son familiares, sino hombres malos que buscan muchachitas jóvenes para venderlas a otros hombres y meterlas en el mundo de la prostitución. Cuando menos se lo imaginan, esas estudiantes, que eran felices en sus hogares, quedan marcadas para toda la vida y obligadas a vivir de una manera que ni los padres, ni los profesores, ni las "odiosas" tías hubieran querido para ellas. En otras palabras, las obligan a vender sus cuerpos y a vivir una vida que sólo puede terminar en la droga, la cárcel o la muerte.
Recuerden: si alguien que los quiere les cacarea, simplemente les está demostrando su amor. ¡No lo olviden!
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