HISTORIA
Mi sobrino

Redacción | DIAaDIA

Hace tres años, llegó una bendición a mi casa. No había ni un chiquillo y todavía se podía dormir, tranquilamente, por las noches. Un 16 de abril, esa paz fue interrumpida. Mi sobrino David Hernán había nacido.

Desde que llegó a casa, la alegría era contagiosa, pero a altas horas de la noche aquel niño, por caprichos, viveza o temor, lloraba cuando el sueño estaba de lo más sabroso. Esos llantos a medianoche, me ponían de mal humor. Pero ese era mi querido sobrino.

Pasó el tiempo y lo quería ver caminar. Como por arte de magia, a los nueve meses dio sus primeros pasos, pero las travesuras crecían a la par de él. Las cerámicas de su abuela iban disminuyendo, como los dólares en las manos de un trabajador humilde, pero eso era obra de mi querido sobrino.

A los dos años y medio, empezó a decir sus primeras palabras y ahora charla más que un loro. No sé de dónde aprende tantas cosas. Eso sí, he llegado a creer que cuando Dios dijo impertinencia, sólo David Hernán levantó la mano. Ese es mi sobrino.

Hasta mentiras blancas sabe decir. Hace poco, me dijo: "Tío, te guardé un mango". Me alegré y le pedí que me lo entregara, y con la inocencia que caracteriza a los niños, exclamó: "Me lo comí ayer". Sólo me quedó sonreír. Ese es mi sobrino.

Ahora que escribo estas líneas, me da risa y recuerdo todas las cosas que hace y dice ese chiquillo. De verdad que es una bendición. Una vez más, vienen a mi mente las palabras del Maestro, que en la Santa Biblia nos dice: "El amor todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta".

¡Gracias Señor por mi sobrino!

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