Difícilmente encontramos a personas desinteresadas que prestan un servicio por simple espontaneidad.
Y aunque pareciera imposible encontrarlas, siempre hay un alma dispuesta. Una de ellas es Luis Saavedra, de 24 años, quien ingresó a las filas de voluntarios de SINAPROC hace más de un año y medio. Con mucho optimismo y sagacidad, comentó que fueron las ganas de hacer algo por la sociedad panameña la razón principal que lo llevó a tomar esta firme decisión.
Saavedra recuerda que una de las experiencias que marcó su vida fue colaborar en la búsqueda y rescate de cadáveres en septiembre de 2004 en Panamá Este. Allí prestó sus servicios doce horas continuas.
"Uno debe mentalizarse para lo que podemos encontrarnos en el camino. En esto se pone en riesgo hasta la vida, pero todo forma parte de la aventura entre las crecidas del río, mojarse de aguas negras, cansancio, soportar el frío y ser pacientes a la espera de que llegue la comida al foco de acción", expresó.
Luis también es instructor de máquinas y pesas en Artes Fitness de Torrijos Carter; no obstante, para cumplir con ambas responsabilidades cuenta con el aval de su jefa en el gimnasio. A veces está en plena cesión de ejercicios y recibe la voz de alerta que lo convoca a una emergencia, por lo que tiene que suspender y acudir al llamado.
Recalcó que aunque no devenga un salario en SINAPROC, al menos tiene varios cursos de capacitación que le permiten servir y ayudar al prójimo, pues ha aprendido a vivir y a ver la vida de una manera distinta. Sin embargo, se ha encontrado con personas que lo critican que llegan tarde ante una emergencia, pero es consciente de que Dios lo recompensa con creces, aseveró. Este joven voluntario reside en la barriada 9 de Enero, en Los Andes #1, junto a su abuela Ana Moreno. Es el segundo de seis hermanos y es hijo de María Saavedra y Carlos Andrés Perea. Su próxima meta es ser Técnico en Refrigeración.
EQUIPO
Luis forma parte de un quipo de 30 voluntarios en San Miguelito, sólo por ser solidario con la comunidad.
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