Insólito. Al mejor estilo de Ámsterdam, Holanda, pero en un bar de Calidonia, cientos de panameños se divierten haciendo toda clase de locuras sexuales.
Así como lo leen, en pleno centro de la ciudad capital hay bares donde se promueven los bailes eróticos y hasta el sexo oral en vivo. Sin embargo, al entrar pareciera una escena de una película pornográfica.
A simple vista pareciera un simple bar en donde se venden bebidas alcohólicas, con mujeres que divierten a los hombres con bailes eróticos.
Eran las 4:00 p.m. del pasado viernes cuando los reporteros de DIAaDIA entraron a este local, para corroborar las cosas que ocurren en este antro.
Un olor desagradable da la bienvenida a los que allí asisten, las chicas con vestidos poco llamativos al paso comienzan con el juego de miradas con los clientes.
En la tarima una chica algo pasada de peso hacía su 'show', al frente los hombres observaban en silencio el espectáculo de la bailarina.
Para entrar en calor el disc-jockey (DJ) le pedía a la chica que se quitara todo y ella obedeció hasta que quedó desnuda. Los gritos de los hombres no se hicieron esperar.
Antes de que la bailarina terminara su presentación, el DJ pidió a algún valiente que subiera a la tarima y le secara sus partes íntimas. Nadie se levantaba, pero de pronto un señor de edad avanzada tomó la toallita y con gran maestría secó la vagina de la bailarina.
El osado animador fue más allá y le pidió al hombre que le practicara sexo oral a la dama. La locura en el bar se desató cuando la boca de aquel valiente se posó sobre la vagina de la joven, quien movía sus caderas sensualmente. "Saquen sus carteras que Penélope, nombre artístico de la bailarina, va a bajar a repartir cariño", gritaba el DJ. Con la ayuda de dos fortachones la bailarina erótica bajó de la tarima y se fue hacia una de las mesas donde los clientes empezaron a tocarla y a meter sus senos en sus bocas.
"Toca, cuál es el miedo, para que veas que allí sí hay carne, eso es de verdad y está muy grande", decía el DJ, mientras en el sombrero iban cayendo los dólares.
Los clientes parecían lobos acechando a su presa, mientras que 'la gordita' se subía a las sillas de los varones y les ponía la vagina sudada en la cara. En vez de ser rechazada, los caballeros sin ningún tipo de protección le hacían sexo oral a esta chica.
Una chica de cuerpo delgado y con una carismática actitud se acercó al equipo de DIAaDIA y preguntó qué van a tomar. Al regresar con el pedido sutilmente dice: "Papi, págame una pinta".
'Estrella', como llamaremos a esta joven para proteger su identidad, de manera muy jocosa fue dando detalles de su vida a los reporteros de DIAaDIA. Ella es de nacionalidad colombiana y lleva más de ocho años practicando la prostitución, con esto ayuda a su familia, que vive en el hermano país. Su confesión fue reveladora.
"De todo se puede hacer aquí, menos penetrar", dijo Estrella de manera jocosa al ser cuestionada. Sin embargo, explicó que antes sí había 'sexo en vivo' en plena tarima, pero que ya no se hace, porque instalaron cámaras de vigilancia.
En este local 25 chicas son las encargadas de divertir a los clientes todas las noches. De estas, cinco son colombianas, tres panameñas y el resto, de República Dominicana.
Como ya no se puede tener 'sexo en vivo', los que quieran hacerlo tienen que pagar aproximadamente $40.00 al local, cruzar a una pensión, ubicada al frente del bar. De estos $40.00, ocho son para pagar el cuarto de la pensión, $20.00 para el local y lo que sobra es lo que le toca a la bailarina.
De las ventas de las cervezas que tienen un costo de $2.00 cada una, le toca un dólar a la chica, lo que sumado a las otras ganancias le dejan una entrada económica de aproximadamente $300.00 semanales.
Las cámaras fotográficas y de video están prohibidas en este sitio, ya que todo lo que pasa allí, se queda allí. Las mujeres pueden entrar, pero la administración no se hace responsable de lo que les pueda ocurrir.
A pesar de que el lugar a las 4:00 p.m. estaba lleno y que Estrella aclaró que los fines de semana y días de quincena la cosa se pone buena, el aspecto del local no era el mejor. Los baños dejaban mucho que decir y ni hablar del olor pestilente que tenían.
Los hombres que asisten a este bar al parecer no le temen a las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), ni siquiera al VIH, porque meten sus lenguas en las vaginas de las que se prostituyen y bailan allí sin ningún tipo de protección. Para los profesionales de la salud esto es muy peligroso, porque las infecciones que puedan adquirir las llevan a sus hogares, donde los esperan sus esposas e hijos.