Cubriendo su rostro lleno de lágrimas estaba Cecilia Hernández, quien no podía creer que el cadáver de su hijo mayor, Luis Garrido, de 13 años, era traído en una piragua que atravesaba el río Cañazas de Chepo.
Luisito se había ido junto a su padre, del mismo nombre, a buscar un bote que habían hecho. Al parecer, como el agua estaba llena de lagartos, Luisito tomó la escopeta que utilizan para cazar y la colocó en el asiento, pero en un confuso hecho esta se disparó; uno de los balines le pegó en la frente y otro en un costado. Del impacto, el jovencito cayó al agua.
Desesperado, su padre trató de salvarlo, pero fue en vano. No fue sino hasta ayer en la mañana que uno de sus tíos lo encontró. Personal del Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc), la Policía Nacional y el Ministerio Público recorrieron el río para ir en su búsqueda, pero no fue sino hasta las 6: 00 p.m. que, bajo una llovizna, el cadáver llegó al puerto de Cañazas.
El llanto se hizo eco en el lugar en hombres, mujeres y niños sumergidos en el dolor al ver que el cuerpo inerte de Luisito yacía en una bolsa blanca de plástico, mientras su madre se doblaba del dolor.
La tensión se hizo mayor cuando los indígenas no permitían que las autoridades se llevaran el cadáver. "Eso nos va a costar el doble", decía uno de los familiares que dio marcha a la piragua por orden de Luis (padre). El caos se apoderó del lugar por un momento, mientras la voz de mando de la maestra del pueblo impidió que los afligidos familiares se llevaran el cadáver. Esto provocó que el padre fuera retenido por impedir la labor de las autoridades.
"Eso no es malo, ese era su único hijo hombre", gritó en medio de llanto Regina, tía del fallecido, quien junto al resto de las personas quedaron bajo la lluvia viendo cómo el carro fúnebre se retiraba del lugar para llevar a Luisito a la Morgue Judicial.
SUS ESTUDIOS
Luis era el único varón de seis hijos, cursaba el cuarto grado en la Escuela San José de Cañazas.