Cuenta una leyenda que había unos niños patinando sobre una laguna congelada.
Era una tarde nublada y fría, pero los niños jugaban sin preocupación; cuando de pronto, el hielo se reventó y uno de los niños cayó al agua.
Otro niño, viendo que su amiguito se ahogaba debajo del hielo, tomó una piedra y empezó a golpear con todas sus fuerzas hasta que logró quebrarlo y así salvar a su amigo.
Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaron: ¿Cómo lo hizo?
El hielo está muy grueso, es imposible que lo haya podido quebrar con esa piedra y sus manos tan pequeñas. Esto era asombroso.
En ese instante, apareció un anciano y dijo:
"Yo sé cómo lo hizo".
"¿Cómo ?", le preguntaron al anciano, y él contestó:
"No había nadie a su alrededor que le dijera que no se podía hacer".
Queda claro que este niño nos deja una gran enseñanza: "El optimista siempre tiene un proyecto; el pesimista una excusa".
El optimista, sin duda, optará por buscarle una solución a esa dificultad, y con seguridad siempre tendrá más de un proyecto o idea para vencer el camino adverso.
Si se presenta una dificultad, el paso obligado a seguir será presentar una solución, nunca una queja o lamentación.