El momento fue conmovedor e impresionante. Subíamos las empinadas lomas de la comunidad de Altos de la Torre, en El Valle de Urracá, cuando detuvimos la mirada para observar la escena.
Un joven discapacitado, que apartaba sus muletas para bajar las escaleras de tierra, zurrándose colina abajo, apoyándose con una mano y con sus rodillas, estaba descalzo.
Era Francisco Osorio, de 16 años. Cuando terminó de bajar y llegó a la casa de su tía, estaba un poco agitado. Su madre Ana Luisa, le limpió la flema que salía de sus fosas nasales.
Dijo que a su hijo le salen accesos en las rodillas por estar subiendo y bajando la loma, para llegar a su casa.
Francisco no habla, tiene malformaciones en sus piernas y dificultades para mover sus manos. Ana Luisa afirmó que él nació con parálisis cerebral.
NO ASISTE A LA ESCUELA
Este joven nació en la comunidad de El Mamey, en Jaqué, Darién. Es descendiente de la etnia Emberá. Cuando tenía dos años, junto a su madre se vino a vivir a la capital.
Ana Luisa señaló que Francisco estuvo 7 años recibiendo clases en el Centro de Rehabilitación para Impedidos del IPHE, pero por falta de recursos ha dejado de llevarlo.
Tampoco le da las terapias que necesita, porque en su casa hace falta dinero para eso. Cuando le dan fiebres, es que lo llevan al centro de salud.
Vive en una casa de madera, que no cuenta con las condiciones necesarias para que este muchacho discapacitado pueda vivir cómodamente. Allí vive con su madre y dos hermanos menores.
La cama donde duerme no es la mejor, es de madera y le maltrata mucho su ya debilitado cuerpo.
El deseo de Ana Luisa es tener un terreno en un lugar plano, cerca de la calle, para no tener dificultades a la hora de salir con Francisco al hospital o a cualquier otro lugar. Además, le gustaría que su hijo vuelva a la escuela.
NO LE FUNCIONAN
Las muletas de Francisco están deterioradas y se le han quedado pequeñas para su cuerpo.
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