Rendirse jamás
José Hernández. (Fotos Jesús Simmons / EPASA)

Rubén Polanco | DIAaDIA

Lo que hace le gusta, así que para qué pedir más. Desde que tenía 12 años, comenzó trabajando de buhonero. Sus primeros pininos en estas lides, los hizo en Calidonia y en los alrededores del antiguo Mercado Público.

Viendo a los demás, se fue haciendo como comerciante poco a poco. Hoy, José Hernández es un buhonero con una vasta experiencia, que sigue luchando en las calles por ganarse su pan honradamente. Lo mejor para él, es que es su propio jefe, no tiene quien lo mande.

Recuerda que antes vendía periódicos y también chicles en los toldos. De la buhonería, mantuvo a sus dos hijos por muchos años, ambos se graduaron de sexto año.

Este señor de 45 años, ha tenido trabajos estables, pero nunca ha descuidado la buhonería. Antes podía trabajar mejor que ahora. "Los jóvenes de ahora sólo quieren trabajar los días buenos, en este negocio hay que trabajar los días buenos y malos", señaló.

Sus ventas han bajado, debido a que ahora hay más competencia que antes, pero "gracias a Dios siempre sale algo para llevar a casa". Inicia su faena desde las 9 de la mañana, hasta las 3 de la tarde todos los días.

Camina desde la Gran Estación hasta el sector de Las Colinas, en San Miguelito. Así hace todos los días para vender; se mueve dependiendo del movimiento de personas. Cuando llueve, debe refugiarse en un lugar bajo techo, hasta que el tiempo le permita seguir trabajando.

Es consciente de que a su edad, no conseguirá un trabajo fijo, por lo que sigue con ánimo vendiendo sus diversos productos. Ahora que ha llegado el invierno, está vendiendo paraguas.

PINTOR

Para diciembre, hace "camarones" pintando casas y edificios.

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