Lo sucedido a la Selección Femenina Sub 19 no es cosa que sorprenda a nadie. Es algo similar a la "Crónica de una Muerte Anunciada".
Los pronósticos así lo vaticinaban, y no únicamente por el nivel de las rivales. Panamá terminó con 4 goles a favor y 12 en contra, al ganar un sólo partido.
Muchos factores incidieron en este resultado negativo, entre ellos, la falta de una adecuada preparación para una competencia de esta índole.
Pero, lo más lamentable es que ni las propias jugadoras pusieron de su parte para lograr una mejor presentación. Algunas no aprovecharon el tiempo y, simplemente, demostraron que lo único que les importaba era ir a pasear. Esto no lo digo con la intención de ofender a alguien, porque lo cierto es que hasta el técnico denunció en reiteradas ocasiones el problema de indisciplina dentro del grupo, e incluso, un día antes de partir hacia Canadá se mostró sumamente molesto por la impuntualidad, pero dijo que a esa altura del partido no podía hacer nada.
Dichas denuncias las pude constatar varias veces cuando asistí a los entrenamientos, y el último día fui testigo de un acto que no se puede catalogar de otra manera que "vergonzoso". La artillera nacional Amarelis De Mera (es cierto que anotó dos goles, pero eso no la excusa) llegó una hora después de lo programado a las prácticas con un certificado médico al cual, en mi presencia, le pretendía falsificar la fecha.
Actitudes como éstas dejan mucho que decir, y más aún cuando se trata de una atleta que se supone es una de las fichas clave en un seleccionado.
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