A principios de 1980 el raspa'o costaba entre 10 y 15 centésimos. Así lo recuerda el chiricano Julio Enrique Mendoza Montes, pero en ese momento no pensaba que algún día estaría empujando un carrito con este sabroso refresco. Con el paso de los años, descubrió que lo mejor que puede hacer un panameño, es tener un negocio propio para poder surgir.

Relató que es oriundo de Santa Rosa Bugaba, pero actualmente, reside en la tierra del bollo y el chicheme: La Chorrera. Desde allí viaja diariamente a la capital para vender raspa'o por más de ocho horas.

Mendoza narró que hace siete años, en esa búsqueda de una mejor vida, se propuso ser un trabajador independiente. Y en vez de trabajar para otros, ahora todas las ganancias serían para él. Fue por eso que compró su carrito de raspa'o y se dijo: manos a la obra.

"Invito a todos los panameños a que nos esforcemos un poco más, para tener lo nuestro, ya que Dios quiere que seamos libres", afirmó mientras estaba sentado en las bancas de la Plaza de Francia, en San Felipe.

Y siguió contando que su próxima meta es tener una tiendita e inculcarle a sus hijos a ser pequeños comerciantes. Además, tiene pensado alquilar su carrito de raspa'o, porque considera que ya le está cayendo la "vejentud".

Al preguntarle sobre el éxito de su negocio, dijo que todo está en la buena administración.

"Mi deseo es prosperar para no estar mendingándole al Gobierno, y mientras Dios me dé salud, no voy a depender de ellos", apuntó.

Una de las grandes satisfacciones de este pequeño comerciante es que sabe que aparece en portales de internet, pues muchos turistas le toman foto. Incluso, hubo un norteamericano que le preguntó cómo se llamaban sus raspa'os, y él le dijo: no tienen nombre, yo sólo los hago con mi talento. Fue entonces cuando el extranjero los bautizó como los raspa'os talentosos.

En su carrito siempre hay buena música.