Sin límites para matar


Leynis Cedeño - DIAaDIA

“Lo quemaron a bala”, es una frase que se dice cuando alguien es acribillado a tiros, y que cada vez se vuelve más común escucharla en la sociedad.

Y es que antes, en los cuerpos de los asesinados con arma de fuego se encontraban de uno hasta cuatro balazos, pero ahora cada vez se incrementa el número de balas que utilizan para acabar con la vida de una persona.

Prueba de ello es que en los últimos meses se ha visto en las escenas de los crímenes que las víctimas han recibido más de 10 disparos.

Eso fue lo que le sucedió a Vicente John, de 23 años, quien el pasado 30 de mayo falleció tras recibir 23 impactos de bala cuando estaba en la vía principal de Cerro Batea en San Miguelito; o a Daniel Humberto Ávila, de 44 años, quien fue asesinado de más de 15 balazos en La Ermita de San Carlos el pasado 6 de mayo.

También están los homicidios de Luis Ángel Araiza, quien presentaba al menos 14 balazos, y Mario Alberto Espinoza, este último homicidio ocurrido en la provincia de Chiriquí, quien murió a causa de nueve disparos. Estos casos son solo del mes de mayo.

¿Cuánto cuestan las armas y las balas?

DIAaDIA investigó a qué se debe este factor e inició su labor tratando de dictaminar el precio de las armas y balas en el mercado negro y en el mercado legal (ver info).

Es decir, si se hace un simple cálculo sobre la muerte de Jonh, se podría decir que para asesinarlo, si fue con arma 9 milímetros, se requirió unas 23 balas a $1.00 cada una (sin contar las que no impactaron su cuerpo), más el arma que pudo rondar los $400.00 asumiendo que no haya sido utilizada en otros casos- más la tarifa que puso el sicario. El crimen pudo rondar los $1000.

Precios y condiciones de venta

¿Quiere un arma con muertito o limpia?, fue la pregunta de un vendedor de armas del mercado ilegal, al preguntarle por los costos. Él explicó que los precios varían por la dificultad que tienen sus proveedores en “surtirlo de mercancía”, ya que es mucho más fácil conseguir un arma que haya estado involucrada en algún caso con las autoridades, pues algunos solo compran las armas para cometer el delito y posteriormente se deshacen de ella.

Sin embargo, si capturan a alguien con esa arma, paga por todos los delitos que se cometieron con ella.

Por su parte, Javier (omitió su nombre por seguridad) es un vendedor de un establecimiento dedicado a la venta de armas y balas, y explicó que las armas más buscadas son las de 9 milímetros y, por ende, sus balas. Manifestó que muchas personas inician los trámites para adquirir un arma, pero por la lentitud del proceso del permiso para portarla, que dura aproximadamente ocho meses, algunas personas prefieren irse al mercado ilegal. Adujo que actualmente los permisos para portar armas están suspendidos hasta el 2015.

Mandan un mensaje

Ante esta situación, el sociólogo Marco Gandásegui no dudó en afirmar que estas muertes violentas no dependen del valor de una bala o de un arma, “simplemente es el crimen organizado el que marca su territorio o manda mensajes con este tipo de muertes”, sostuvo.

Lamentó que el mismo deterioro de la sociedad provoca que estas organizaciones cada día se apoderen más de la juventud. Según Gandásegui, hay que hacer más leyes que fortalezcan la unidad familiar.

Por su parte, el exdirector de la antigua PTJ, ahora Dirección de Investigación Judicial (DIJ), Jaime Abad, manifestó que este tipo de homicidios son de carácter de ensañamiento y no son creados en Panamá, simplemente que las organizaciones criminales están copiando el proceder de países violentos como México y Colombia.

Coincidió con el sociólogo en que la descomposición familiar es el principal factor para que jóvenes panameños se involucren en estas redes.

Según Abad, las autoridades no le están prestando la suficiente atención a esta alarma roja que son estos homicidios, debido a que no hay suficientes planes de seguridad y leyes en el país.

Además, que la misma descomposición que existe dentro de las unidades policiales muchas veces permite que sucedan estas cosas, pues fracasaron los planes de seguridad del Estado.

Según Abad, cuando existan leyes fuertes en contra del crimen organizado, se podrá hablar de un cambio en el sistema de seguridad del país.

Al preguntarle sobre la cantidad de armas en el mercado ilegal, contestó con una pregunta para que, según él, cada persona se responda: ¿quiénes creen ustedes que introducen las armas dentro de las cárceles panameñas?

 
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