No olvidan su gran amor


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Un beso representa el gran amor que se tienen Edgardo y Lelia.

Fotos: EVERGTON LEMON

  • No olvidan su gran amor

    Un beso representa el gran amor que se tienen Edgardo y Lelia.

    Fotos: EVERGTON LEMON

  • No olvidan su gran amor

    Han vivido juntos innumerables historias.

  • No olvidan su gran amor

    Edgardo le llevó galletas a su amada.

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    Un beso representa el gran amor que se tienen Edgardo y Lelia.

    Fotos: EVERGTON LEMON

  • No olvidan su gran amor

    Han vivido juntos innumerables historias.

  • No olvidan su gran amor

    Edgardo le llevó galletas a su amada.

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    Un beso representa el gran amor que se tienen Edgardo y Lelia.

    Fotos: EVERGTON LEMON

  • No olvidan su gran amor

    Han vivido juntos innumerables historias.

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    Edgardo le llevó galletas a su amada.

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    Fotos: EVERGTON LEMON

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    Han vivido juntos innumerables historias.

  • No olvidan su gran amor

    Edgardo le llevó galletas a su amada.

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    Un beso representa el gran amor que se tienen Edgardo y Lelia.

    Fotos: EVERGTON LEMON

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    Han vivido juntos innumerables historias.

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    Edgardo le llevó galletas a su amada.

Quintín Moreno - DIAaDIA

Amor eterno. Con un beso cargado de emociones se saludaron en sus 74 años de casados, Edgardo Antonio Lombardo, de 95 años, y su esposa, Lelia Olmos, de 92. A pesar de no vivir juntos desde noviembre del 2011, ellos no han permitido que el tiempo extinga las llamas de su amor.

Edgardo conoce muy bien a su amada, por eso al visitarla ayer en el asilo Los Años Dorados le llevó galletas sorbeto. La avanzada edad de ambos hizo que sus cinco hijos decidieran repartirse las obligaciones y que cada uno se dedicara a sus cuidados, pero los médicos diagnosticaron que Lelia padece de alzhéimer, por eso está internada en ese lugar.

El 3 de junio de 1938, a las 3:00 p.m., en la catedral de la ciudad de Colón, Edgardo y Lelia decidieron casarse ante la presencia de Dios para así pactar su amor, que es hasta que la muerte los separe. Un día antes de la fecha lo habían hecho por lo civil.

Esta pareja se conoció en esa provincia cuando eran niños, ella estudiaba en la escuela Pablo Arosemena, que era un centro de estudios para niñas, y él en la escuela República de Uruguay, que era para varones. Edgardo recordó que enamorar a Lelia no fue fácil, le gustaba verla al pasar por las calles y, aunque en un principio no le hacía caso, él fue astuto y empezó a ganarse el cariño de los padres de ella, hasta llegar a su actual amada.

Poner el amor de pareja en las manos de Dios es el consejo que les dan a los jóvenes, pues su historia refleja que ni siquiera el alzhéimer ha sido impedimento para amarse. Ella lo recuerda bien a él, y él sabe siempre que ella es su gran amor.

 
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