
No se asusten si el pequeñín de la casa dice un día que tiene novia. Realmente no está enamorado, está idealizando a una niña por la forma en que esta lo hace sentir y no por su personalidad o la química que pueda existir entre ambos; de una forma más clara, enaltece a quien alimenta su ego con actos.
Por ejemplo, es más probable que un niño de seis años le guste una niña porque ella le regaló un helado o le devolvió una pelota perdida y no porque vio en ella un “no se qué” que lo transportó a galaxias lejanas.
El nivel de pensamiento en los niños de esta edad, se encuentra ligado a experiencias físicas concretas y no a entes abstractos que no pueda percibir con sus sentidos corporales (visión, olfato, audición, tacto y gusto).
También es notable resaltar que biológicamente, los niños no están preparados para segregar las sustancias químicas encargadas de los procesos referentes a la atracción física. Inclusive, se ha llegado a sostener que esta situación de tener novio a tan temprana edad, se debe sobre todo a imitaciones de modelos observados en adultos o hasta en amiguitos de la escuela; los niños lo categorizan como un “juego más” combinado con la fantasía que empieza a desempeñar un rol importante en su lenguaje y conducta.
Por ello, la sorpresa o preocupación no debe apoderarse de los padres de familia, si se conoce anticipadamente cómo funciona la mente de un niño respecto a esta temática.
No olvidemos que también existen adultos que sugestionan demasiado a sus pequeños con frases como “¿Y el noviecito?”, “¡Tienes que tener muchas novias y darles besitos!”.
Cómo resolver la situación
No ataque al niño con frases rígidas como: “Déjate de bobadas que no estás para esas cosas.”, “Eso es malo, no hables de eso y obedéceme.” Lo único que consigue este autoritarismo, es que el niño sea retraído, desconfiado consigo y los demás. Tampoco es bueno el extremo de una total indiferencia ante el asunto. No brindar una atención y apoyo emocional, convierte a los niños en seres dependientes y carentes de habilidades sociales, así como de autocontrol.
El equilibrio radica en tener autoridad, escuchar lo que los menores dicen, explicando las decisiones y estableciendo reglas claras para cumplir; esto contribuye a que el mismo sea un ser responsable y confiado.
Si escuchamos con detenimiento lo que dice sobre “esa personita que tiene en la escuela”, podemos empezar a orientarlos sobre el significado de algunos temas sexuales, como un beso de pareja o por qué una persona se une con otra. Importante es no hablarles con vergüenza, sonrojo o con algún tipo de negativa o morbosidad, haciéndole énfasis en el amor, apoyo y convivencia. Del mismo modo, es básico que se tome en cuenta el nivel de lenguaje a la hora de explicarles estos temas; palabras rebuscadas o complicadas no van al caso.
Un modelo claro puede ser: “Nicole, mi vida: eres una niña muy inteligente y por eso te voy a decir que cuando dos personas son novios es porque se quieren muchísimo y son grandes como papi y mami. Tú y Albertito se quieren mucho porque son buenos amigos. Los niños pequeños son amigos que hacen su tarea, juegan en el parque y en los recreos.