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Claman por bendiciones
Caminan con gran dificultad, tienen que usar sillas de ruedas. (Foto: Alexander Santamaría / EPASA)

Jesús Simmons | DIAaDIA

Una luz de esperanza. Por más de 30 años María Cortez vivió junto a su familia en una vieja casa de madera, que amenazaba con desplomarse de lo podrida que estaba.

Hace dos meses, María recibió una alegría en su corazón, cuando el Ministerio de Vivienda (MIVI) le construyó la casa de bloques que por tanto tiempo anheló.

Aun así, ella guarda un sentimiento de impotencia, porque sus hijas Felicia y Dominga murieron con la ilusión de una casa nueva.

Una lágrima recorre su mejilla al recordarlas. Explica que una extraña enfermedad las arrebató de su seno y amenaza la vida de sus otros hijos, Vicente y Manuel. Pese a que los han visto doctores, nadie ha diagnosticado la dolencia, que comenzó con deformaciones en sus cuerpos, la postración y luego la muerte.

La única entrada económica de esta humilde familia es un cheque de jubilación de la cabeza de la familia y que no alcanza para nada, por lo que atraviesan una difícil situación.

Esta señora sólo desea unas camas y un colchón ortopédico para sus hijos, pues no tienen dónde dormir cómodamente; ellos no pueden caminar debido a la enfermedad que los aqueja.

A sus 77 años sólo desea que el Señor le deje ver a sus dos hijos con vida por muchos años más, aunque sabe que la enfermedad que padecen ya le ha quitado a dos hijas.

POBRECITOS

Los hijos de María no pueden caminar, además les cuesta mucho hablar, tienen años de estar enfermos.





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