El gran poder

Redacción | DIAaDIA

Diana, una joven estudiante cristiana de la universidad, estaba en casa en el verano. Fue a visitar algunos amigos y por quedarse charlando se le hizo muy tarde. Tuvo que caminar a casa sola, siendo ya muy de noche. Mientras caminaba a su casa, oró a Dios para que la llevara de regreso sana y salva, pues debía pasar por un callejón un poco oscuro. Cuando empezó a caminar por ese callejón, vio a un hombre que parecía estar esperándola. Diana se puso nerviosa y sólo atinó a orar a Dios pidiendo su protección.

Al instante un sentimiento de tranquilidad y seguridad la envolvió; sintió como si alguien estuviera caminando junto a ella.

Llegó al final del callejón y pasó por delante del hombre, pero no pasó nada. Llegó bien a su casa. Al día siguiente, leyó en el periódico que una mujer había sido violada en aquel mismo callejón minutos después de que ella pasara por allí.

Sintiéndose muy mal por esa tragedia, comenzó a llorar dando gracias a Dios por haberla cuidado y pidiéndole que ayudara a la joven agredida.

Luego, decidió ir a la Policía, pensando que podría reconocer al hombre. Allí les contó su historia de la noche anterior.

Ella logró reconocerlo y el hombre confesó su delito. La Policía le preguntó si había algo que pudieran hacer por ella. La estudiante le pidió que preguntaran al hombre por qué no la atacó a ella cuando pasó por el mismo callejón. Él contestó: "Porque ella no estaba sola, había dos hombres altos caminando a cada lado de ella.

Moraleja: "Nunca subestimes el poder de la oración".

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