La historia de un empacador


Nayeli Williams - DIAaDIA

Un trabajo común y corriente, pero que algunos discriminan por considerarlo inferior a otros. Eran las 3:16 p.m., cuando Felipe (nombre que prefirió usar) llevaba la carretilla llena de cartuchos hacia el carro de una fiel cliente del supermercado en el que labora.

Él, desde hace tres años, trabaja como empacador en uno de los supermercados del distrito de San Miguelito; un poco rápido contó a este medio su experiencia.

Se requiere de paciencia,

“Apúrate que tú vives de lo que yo te dé”, esta fue una de las expresiones que le soltó una persona a Felipe cuando comenzó a trabajar como empacador. El joven, que en ese entonces tenía 18 años, aseguró que aquel día olvidó una bolsa de pan en la caja, por lo que uno de sus compañeros le informó y él se regresó; en ese momento, el cliente molesto por el descuido hizo el comentario a viva voz en la entrada del local.

Felipe aseguró que respiró profundo y siguió empujando la carretilla hasta el lujoso carro del iracundo cliente, quien como era de esperarse, no le dio nada de propina.

Y es que, para los paqueteros, en algunas ocasiones es necesario llenarse de paciencia y guardar silencio ante ciertos desplantes a los que son sometidos por algunos de los clientes.

Felipe asegura que hay personas conocidas que sienten vergüenza al verlo laborar, hay quienes ven este oficio como algo denigrante y no se esmeran en conocer la historia de la persona que empaqueta, esto es lamentable afirmó.

Capacitación

El joven es padre de una bebé de un año y cabeza de familia, narró que desde muy joven salió de su casa e hizo su vida con la pareja con la que lleva ya más de siete años. Aseguró que antes de trabajar recibió una capacitación en la cual le enseñaron cómo tenían que guardar los alimentos: frío con frío, lácteos con lácteos, productos secos solos y detergentes solos.

No es mucho

Según Felipe, el salario que ganan es mínimo, más las propina que reciben de los clientes; en los días buenos, hay quieres les dan $1.00, además en Navidad y Año Nuevo hay uno que otro cliente que les da $10.00 hasta $20.00. Reconoce que en otros supermercados dan bonos navideños, pero en el de él, la realidad es otra. “No hay explotación, pero podría ser mejor” reiteró.

Monitoreados

Felipe trabaja durante ocho horas, en este tiempo son monitoreados por los guardias de seguridad que vigilan en cada momento lo que se mete en los cartuchos, asegura que se han visto casos de empacadores que con todo el disimulo hurtan parte de la mercancía.

Días buenos y malos

La relación entre los compañeros es muy buena, unos acuden a laborar de esto, ya que no cuentan con estudios universitarios que le permitan tener un trabajo mejor pagado; otros, por alejarse del mal vivir, pues aunque saben que quizás con otros actos pueden generar más dinero, la tranquilidad no la tienen, prefieren tener poco, pero estar con la consciencia tranquila.

 

 
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