La amistad es uno de los lazos de unión más fuerte entre las personas que comparten una relación; sin embargo, el dinero puede ser la prueba de fuego que mida la fortaleza de esa amistad. Conocidas frases como: "Negocios son negocios" o "Nunca mezcles la amistad con el dinero", son voces de experiencia que nos insinúan los riesgos que corremos al combinar ambas cosas.
Muchos han sido los finales tristes de valiosas amistades que intentaron un futuro económico productivo. Por eso al establecer una relación de negocios con una amistad o con cualquier persona hay que tener en cuenta que hay mucho en juego, desde emociones hasta intereses económicos y, generalmente, las relaciones afectivas pasan a segundo plano cuando hay dinero de por medio.
Si planea intentar el éxito con un amigo o pariente, siéntense juntos a analizar las siguientes premisas:
¿Cuánto esperan que dure el negocio que tienen en mente? ¿Cuál será el rol y la jerarquía de cada uno? ¿De qué forma solucionarán las diferencias, si alguno no cumple con sus responsabilidades? ¿Contemplan la inclusión de miembros de sus familias en la nómina? ¿Piensan crear un plan cuando se tenga que cerrar el negocio?
Ya es un hecho, ahora, para evitar futuras decepciones:
Asignen los roles que desempeñará cada uno. Especifique las aportaciones financieras que cada uno realizará y cómo se distribuirán las utilidades. Aprendan a negociar y tomar decisiones en conjunto. Hablen sobre los ingresos, entendiendo que en mucho tiempo no verán sus bolsillos llenos. Conversen tantas veces sea necesario y acuerden cómo quieren que funcione la empresa. El último y más importante, tenga en cuenta que la amistad no basta.
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