La primera vez que vio dónde quedaba la escuela a la que la mandaron a trabajar, ella lloró. A sus 24 años, la maestra Yéssica Moreno ha hecho muchos cambios en la escuela Alto Loro, ubicada en la comarca Nögbe Buglé. Allí se llega a pie, luego de unas 10 horas de camino.

Cuando la nombraron por primera vez en esta escuela y experimentó el sufrimiento que implicaba llegar a ese sitio, presentó su renuncia a su supervisora, pero ésta no la aceptó.

La supervisora la animó y le dijo que ya que había llegado a la escuela y había observado la realidad que pasaría, tenía que demostrar por qué se había graduado de maestra.

Ella tomó estos sabios consejos y afrontó la aventura de educar a los niños de la escuela de Alto Loro, a pesar de que no contaban siquiera con un aula decente en donde impartir sus conocimientos.

Aunque le costó acostumbrarse a vivir en ranchitos de paja, le agradece a Dios por no haber abandonado el puesto porque ha sido la experiencia más linda de su vida.

Su vocación es tan fuerte que por estar bajando y subiendo los cerros para llegar a su plantel perdió al bebé que llevaba en su vientre cuando se cayó en un río.

Para acompañarla, a su esposo no le quedó de otra que irse a vivir a la comunidad de Alto Loro para hacerle compañía y ayudarla en todo lo que se pueda en ese lugar tan lejano.

En el futuro, sueña con graduarse de profesora de Matemáticas, pero para alcanzar esa meta siente que debería ser trasladada a una escuela ubicada en un área urbana.

Mientras esa oportunidad llega, su vida continuará educando a los niños de su escuela, pues sabe que tal vez esa sea la única oportunidad de superación que tengan esos niños olvidados que viven en áreas de difícil acceso.

RANCHO

Yéssica vive alquilada en un rancho de paja donde paga B/15.00 mensuales con otra maestra.

En la comarca, sus moradores parecen sacarle provecho a todo y nada es gratis.