Un señor se encontró cierto día en la calle a su amigo, el gran poeta Olavo Bilac, y le dijo:
- Sr. Bilac, necesito vender mi casa, que usted bien conoce.
¿Podría redactar el aviso para el diario?
Olavo Bilac tomó lápiz y papel y escribió:
"Se vende encantadora propiedad, donde cantan los pájaros al amanecer en las extensas arboledas, rodeado por las cristalinas aguas de un lindo riachuelo. La casa, bañada por el sol naciente, ofrece la sombra tranquila de las tardes en la terraza".
Algunos meses después, el poeta se encontró con el señor y le preguntó si ya había vendido su casa.
-No pensé más en eso, dijo el hombre. Después de leer el aviso, me di cuenta de la maravilla que tenía.
A veces, no nos damos cuenta de las cosas buenas que tenemos y vamos tras falsos tesoros.
Debemos valorar lo que tenemos y que nos fue dado gratuitamente por Dios: la salud, los amigos, el empleo, el conocimiento que adquirimos, la sonrisa de los niños y el cariño de esa persona especial. Estos sí son verdaderos tesoros.
Amigo lector, cada día al levantarse agradezca a Dios por su salud, por su trabajo, por sus familiares y la armonía en el hogar.
No dé cabida a las lamentaciones y desesperaciones, tenga fe en Dios que esas pruebas van a pasar y encomiéndeselas a Dios.
Sea feliz y contagie de esa felicidad a quienes le rodean, usted y los suyos se lo merecen.