
Los manglares protegen el litoral del golfo contra la erosión costera que deriva del oleaje y las mareas; el alto del bosque de manglar es una barrera efectiva contra la erosión eólica (vientos de huracanes, etc.), aún durante las temporadas de fuertes tormentas.
Los manglares son un paliativo contra posibles cambios climáticos, no sólo por ser fijadores de CO2, sino además porque el manglar inmoviliza grandes cantidades de sedimentos ricos en materia orgánica.
También mediante este mecanismo, los manglares atrapan contaminantes (compuestos orgánicos tóxicos persistentes y metales pesados).
Los manglares (y de las marismas y lagunas costeras) purifican las aguas cloacales transportadas por los afluentes y disminuyen el cambio climático mediante la oxidación o reducción del óxido nitroso (gas efecto invernadero).