Relato de una casi náufraga

Diamar Díaz Nieto | DIAaDIA

Fue un martes agitado. En la Transístmica, estudiantes del Artes y Oficios se lanzaban a la calle a protestar, al mismo tiempo se daban inundaciones en la ciudad por una tormenta; en Ecuador, ochenta chicas se preparaban para participar en el Miss Universo, y, en el mar, a la misma hora, una periodista (yo) se encontraba a la deriva junto a cinco personas frente a Guaribiara en Bocas del Toro.

MUERE CUMPLIENDO CON SU LABOR

Ese día el sol se veía sonriente, sus rayos brillaban con tanta intensidad en las aguas del puerto de Chiriquí Grande, que encandilaban los ojos acostumbrados de los capitanes de cayucos.

Por ser la primera vez que viajaba en un medio de transporte tan diminuto, me aferré a la tablita que teníamos como asiento dentro de este bote del Ministerio de Salud, debido a mi fobia al océano.

Después de dos horas en alta mar, y ya habituada al sonido de la nave... reinó el silencio. Sin dar ningún aviso, el motor se paró. Fallecía después de ocho años de servicio.

Las olas comenzaron a llevarnos cada vez más lejos, y el miedo reinó. El Dr. César Gantes le solicitó el teléfono celular a la Técnico en Enfermería Xiomara Vargas para llamar a sus superiores. Era un llamado de auxilio. Mientras tanto, el mar nos llevaba.

Aprovechando mi móvil, llamé a la editora general de DIAaDIA, Elizabeth Muñoz de Lao, quien llamó al director de SINAPROC, Arturo Alvarado, para que nos salvara. Fue la primera vez que se usó la palabra "náufragos".

Tapados con toallas, paraguas y pañuelos, nos encomendamos a la sangre de Cristo, y por iniciativa de Gantes iniciamos el rezo del rosario bajo la advocación de la Virgen del Carmen. Terminada la camándula, las aguas cambiaron de curso, llevándonos como por milagro hacia las costas de Guaribiara.

Poco tiempo después nos llegó la lancha del SNEM con los socorristas. ¡Qué alivio ver a esos muchachos!

Cabe destacar que quien no permitió que se me olvidara que era periodista y no una víctima más, fue el director de este diario, quien me hizo reír al decirme, a pesar de mi terror: "Acuérdate de montarte primero en la lancha para que le tomes a los náufragos una foto".

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