La discapacidad no es razón para quedarse de brazos cruzados en casa y menos para quejarse de las condiciones físicas con que se vino a este mundo.
Así lo relató el peruano Fernando Durand, a través de una entrevista escrita, pues es sordo de nacimiento.
Fernando tiene 33 años y de él dependen sus tres hijos, a través de la venta de pulseras de hilo.
Y aunque expresó que en Panamá hay pobreza y por ende mucho desempleo, manifestó que en su país natal esta realidad es más cruda.
Este buhonero contó que viaja nueve veces al año desde Perú hasta Panamá para vender las coloridas pulseras, junto a cuatro amigos con quienes paga un apartamento durante su estadía en suelo patrio.
Posteriormente, cada uno se encarga de vender las pulseras, subiéndose a los "diablos rojos". En cada pulsera lleva adjunto una nota donde explica su discapacidad y justifica por qué emprende esta curiosa labor que se extiende por más de ocho horas diarias. Cada pulsera tiene un valor de cincuenta centavos y la mayoría de sus clientes son jóvenes, por lo atractivo que son los productos que ofrece. Dijo que todo este sacrificio es por sus hijos Nicole, Ronaldo y su bebé de seis meses.
INVITACION
El peruano de las pulseras adujo que el desempleo es su mayor batalla y aseguró que continuará luchando.
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