En una de las páginas había un espacio en el que los emos pueden contar sus problemas, algunos tan fuertes como este: “Ay, ya no sé qué hacer con mi vida, a veces tengo ganas de matarme, de morir para no sufrir dolor, pero no lo hago porque sé que algún día esto pasará, ojalá que sea pronto. Mis padres no me quieren me lo demuestran, para ellos soy tan solo una niña tonta que se tapa un ojo”. Al escribir sus problemas, otros emos les dicen que hagan cosas como esta: “Tan solo para salir de este infierno, dispara”.
Los padres deben estar alertas cuando sientan que algo no anda bien con sus hijos, ya que podrían estar ingresando o ser parte de alguna subcultura urbana.
Emo, metalero, bohemios, góticos o darks, rastafaris, punkers, hipsters son algunas de estas subculturas que tienen denominadores en común, como vestirse de color negro.
A este tipo de subculturas, los jóvenes pueden acceder con tan solo dar un ‘click’ a sus computadoras. Una de ellas y tal vez la más peligrosa son los emos, pues siempre están tristes, se cortan, y el suicidio ronda sus mentes.