El párroco de la iglesia María Auxilidora, José Brutua, ubicada en Pueblo Nuevo, explicó que los jóvenes se introducen en estos grupos porque quieren ser parte de una familia.
Cuando él estaba asignado en La Chorrera, le tocó atender a muchos jóvenes emos que cursaban estudios en una de las escuelas públicas más reconocidas del distrito. “De estos muchachos, la mayoría manifestaban que querían atentar contra sus vidas. Otros aducían que el rito de iniciación era la promiscuidad”, dijo el sacerdote.
Muchos padres piensan que la solución es proveer de cosas materiales a sus hijos, “sin saber a qué están expuestos en las 24 horas del día. Y que muchas veces caen en las garras de estos grupos, porque sienten un vacío por falta de cariño y atención de sus progenitores”, sustentó.
Recomendó a los padres que una vez detecten un problema de estos en su hogar, informarse del tema, luego buscar asesoramiento con psicólogos, sociólogos y un sacerdote. Luego de seguir estos pasos, deben acercar al joven y pedirle una oportunidad para ayudarlo a solucionar las cosas.
Pero todo esto será en vano si no hay una formación en valores dentro del hogar y si los padres no les dedican tiempo a los muchachos y les dicen cuánto los aman.