Hace años viví una experiencia que me dejó muchas interrogantes.
Conocí a una señora que era querida por la comunidad, su amor a Dios era tan fuerte y hermoso. Todos los fines de semana asistía a la iglesia y hablaba de la Palabra a muchos.
Un día me la encontré en un súper, acababa de salir de la iglesia. El joven que le estaba empaquetando al parecer era nuevo en el negocio, pues uno de sus compañeros le decía cómo tenía que repartir los productos en los cartuchos. La lentitud del chico impacientaba a la señora. Le decía que se apurara, en un tono de voz muy cortante. Al terminar, se queja ante la supervisora y le dijo que deberían cambiar al muchacho a otro lado, pues es muy lento. El joven lleva los paquetes hacia al carro. Su rostro reflejaba su molestia y la señora al darse cuenta le dice: "quita esa cara, agradece que te estoy dando algo, gracias a mí comerás hoy, igualado". Entra en su carro y se marcha. El menor, un tanto sorprendido, suelta una pequeña carcajada y sigue con sus labores.
La escena fue tan patética que no podía creer que esa señora, que todos los domingos está metida en la iglesia y participa en todas las actividades, se haya comportado así. Entonces, ¿a quién engaña, a los miembros de la comunidad o a sí misma? Porque el que está allá arriba todo lo ve y nadie le echa cuento. Si bien es cierto, asistir a la iglesia todos los domingos no quiere decir que se esté a un paso de la salvación, y más aún cuando se incumple uno de los mandamientos más importantes: Amarás al prójimo como a ti mismo.
Me pongo a pensar, ¿qué tiene más valor, ir a la iglesia a cada rato y supuestamente escuchar lo que diga el padre o pastor, o poner en práctica los designios de Dios?
De qué vale gritar a los cuatro vientos que eres la persona más fiel a Dios si cuando das media vuelta lastimas a los demás o no te importa con ellos. Es de aplaudir que se lleva la Palabra de Cristo a los demás, pero es deprimente que la persona que las pronuncie no crea en el contenido de la Palabra.
Es de humanos errar, pero es horrible usar la Palabra de Dios para simplemente ser reconocido.