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¿Cómo influye la sociedad?
La sociedad influye en el fortalecimiento de los valores, inculcados en el hogar. (Foto:Cortesia)

Dr. Dennis Cardoze | DIAaDIA
La sociedad como macrosistema debe dar apoyo a la familia y a la escuela para que puedan crear valores universales y así poder contar con ciudadanos responsables.

La sociedad es el tercer ámbito en el que se desarrolla la vida del niño y del adolescente, entendiendo en este caso por tal, todas aquellas influencias y vivencias fuera de la familia y de la escuela y que pueden propiciar un desarrollo sano de tres maneras:

· Fortaleciendo el arraigo de los valores sociales.

· Estableciendo una red de apoyo para la prevención y tratamiento en salud mental.

· Garantizando la seguridad y la integridad física y mental.

En un país donde se quiera establecer un plan educativo nacional la familia, la escuela y la sociedad deberían estar en armonía, persiguiendo los mismos fines y de manera que como círculos concéntricos puedan encajar perfectamente. Estos tres estamentos no deben entrar en contradicción si se desea inculcar a los jóvenes una escala de valores y una conciencia que rechace totalmente los antivalores. Pero para ello toda colectividad necesita definir claramente lo que va a valorar y lo que quiere rechazar.

Lo que se valora es lo que conduce a la superación de la barbarie y eleva la condición humana, y por tanto, lo que se rechaza es lo que nos hunde más en la inhumanidad y nos impide progresar como sociedad.

No se trata de imponer una determinada moral religiosa que cada uno es libre de seguir, sino estimar y seguir una moral universal que sea la base de la educación familiar, escolar y social. Una moral de la que se derivan responsabilidades que deben no solamente enseñarse o tenerlas como marco de referencia teórico, sino que deben practicarse.

Lo que no puede haber es una moral teórica y una práctica social que enaltece los antivalores en los medios de comunicación, en los espectáculos públicos, en la política, en las relaciones profesionales o mercantiles; que enseña a los menores en forma de mensajes indirectos (a veces muy directos) que la mentira es útil, que la violencia es necesaria, que la venganza es gratificante, que el dinero y las posesiones materiales hacen la felicidad, que ciertas dictaduras son tolerables y por tanto aceptables, que la vida es una lucha por la supervivencia y el enriquecimiento a toda costa (aunque haya que pasar por encima de los demás), que la vulgaridad tiene más valor que la espiritualidad y el refinamiento de las costumbres, que la justicia es para el que pueda manipularla, etc. Esta praxis antisocial se justifica alegando el derecho a la libertad de expresión, o a estrategias políticas o mercantiles, u otras conveniencias.

La sociedad puede así influir en el fortalecimiento o el deterioro de los valores y estar entonces, en los hechos, en concordancia o en contradicción con la familia y la escuela. ¿Cómo se podría lograr la coherencia entre ellas? Los mismos padres y maestros que intentan que sus hijos y alumnos introyecten esos valores universales deben dar el ejemplo en su vida extradoméstica y extraescolar; los representantes del Estado deben establecer una vigilancia más eficaz sobre lo que se brinda a la juventud en los medios y en espectáculos; los políticos deben abandonar el ejercicio de la doble moral y máximas como aquella muy celebrada en nuestro país y que dice que "en política no hay sorpresas sino sorprendidos", lo que equivale a "en política todo vale"; los dueños de los medios deben anteponer a sus intereses comerciales el interés de la educación y el entretenimiento sano de la población.





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