Hace unos días, mi hija llegó emocionada a la casa. Su cara arrebolada y la alegría de sus ojos me recordaron otros tiempos, bonitos por cierto, cuando me gustaba participar de cuanta actividad había en el colegio.
Mi hija está en onceavo grado (quinto año) y todo el grupo está organizando la sociedad de pre-graduandos. Ya están planificando actividades para recaudar fondos con miras a su graduación el próximo año.
Mientras me enumeraba las actividades que planean ejecutar, yo no podía sentirme menos que orgullosa de verla y escucharla. Los años y la experiencia me han enseñado que los estudiantes que no se limitan sólo a ganar cinco y a aprenderse de memoria las lecciones, son los que más tarde resultan más seguros, creativos y existosos cuando se desempeñan en el campo laboral.
Además, como personas, son capaces de tomar las riendas de sus vidas y caminar por la senda de la justicia y el éxito.
Nosotros, los padres, tendemos a preocupamos mucho si las notas no son altas, de la disciplina de soldados, de sus modales, de sus compañías y de su apariencia. Eso está bien, pero hay que ver otras señales.
Es raro el adolescente que no es "malcriado", contestón y gruñón. Aunque a los padres no nos guste, la mayoría de las veces es una etapa pasajera, pero también es una manifestación de su necesidad de ser tomado en cuenta, de debatir, de expresar lo que siente, de defender sus ideas y de establecer posiciones.
Si esas manifestaciones son canalizadas adecuadamente, no son perjudiciales, sino todo lo contrario. Eso es lo que les permitirá ser personas con criterio formado, capaces de ser ellos mismos con toda la responsabilidad que eso acarrea para sus vidas.
Justamente, en esa misma etapa, el participar en las actividades extracurriculares les va allanando el camino de la libertad de pensamiento y de acción.
El hogar y la escuela juegan un papel fundamental en la personalidad y desenvolvimiento del individuo. Por eso, todos los padres debemos permitir y propiciar la participación de nuestros hijos en sociedades, clubes, organizaciones o como se les quiera llamar, porque eso constituye una garantía de pasos seguros hacia su futuro. En el camino van quedando las malas caras, las pataletas, las rabietas y los gritos. Cuando ese hijo alcance un título universitario, los cincos pueden servir para obtener becas, pero lo aprendido en las actividades extracurriculares le habrán enseñado a discernir y a actuar en consecuencia. ¡Animémoslos a participar!