HEURISTICO
Con solidaridad

David Robinson | DIAaDIA

"El guerrero vive su vida, no vive del qué dirán; las acciones humanas son para él, sencillamente, maneras de ser de la gente. No puede ser de otra manera. Eso le permite vivir, intensamente, y su mundo se mueve en varias dimensiones, dependiendo de las circunstancias". Don Juan Matus

Hace mucho, pero mucho tiempo, un buen día me harté de ser "chancleteado" en el colegio y decidí tomar clases de karate. Al asomarme al dojo, vi a otros muchachos que al grito de "kia", realizaban sus ejercicios de ataque y defensa con las manos y pies. Inmediatamente, me remonté a los ambientes marciales de las películas de kung-fu, que tenía por costumbre ver. Quedé tan entusiasmado, que no recuerdo haber tenido problema alguno con el hecho de que mi sensei sería una mujer.

Meregilda Shaw, mujer y cinta negra, mujer con todas las implicaciones que ello significa (no siempre favorables); cinta negra con todos los prejuicios que ello acarreaba (siempre desfavorables).

Se dice que si un maestro logra formar discípulos que sigan su tarea, incluso, que lo superen, se trata de un gran maestro. Gilda, entonces, lo fue. Aunque hace muchos años colgué el guía blanco y la cinta negra y no estoy empapado de los por menores del Dai ichi karate kai, por los medios de comunicación he sabido de alumnos suyos que, hoy por hoy, son karatecas de renombre nacional e internacional. Ese no es mi caso. La tentación es afirmar que conmigo fracasó. No es así.

Karate Do es el camino de las manos vacías. Gilda se volvió una experta en realizar maravillas con muy pocos recursos. Creo que la más grande de sus maravillas fue hacernos comprender, profundamente, la palabra compañerismo y, sobre todo, a vivir como compañeros. Fueron muchas las aventuras donde tuvimos que probarlo. Ella afirmaba que nosotros no necesitábamos aprender a pelear (para eso bastaba sobrevivir en nuestras calles), sino a ser solidarios. Nunca le escuché un discurso hablando de la solidaridad, simplemente la veía serlo. Creo que después de todo, no fracasó conmigo. La solidaridad es una buena excusa para una conversa, pero es mejor vivirla.

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