Ubicados en el sótano de la tabla, con la matemática en contra y necesitando un triunfo abultado por más de cuatro goles ante China, además de un resultado entre Ucrania y Turquía que nos permita aspirar a una plaza entre los cuatro mejores terceros, la Selección Juvenil de fútbol de Panamá deberá apelar hoy a un milagro divino, a esa ayuda que sólo Dios nos puede dar para hacer realidad ese sueño de clasificar a la siguiente ronda.

Conscientes de eso, sólo nos resta esperar que los muchachos salgan a jugar hoy ante China como grandes estrellas, como esas que el pasado mes de enero en Carsson vencieron 3-1 a Trinidad y Tobago y nos regalaron esa inmensa alegría de vernos clasificados por segunda vez a un mundial.

Las posibilidades aún existen y la esperanza es lo último que se pierde, pero tenemos que ser realistas y aceptar las cosas como son. La realidad ahora es otra, está difícil que avancemos y a esta altura del partido, sólo nos resta esperar que los chicos se fajen durante los 90 minutos de juego, mejoren su desempeño con respecto a los partidos anteriores y terminen de forma digna, con al menos un gol propio, su participación en esta justa.